Ana, anita.
Ya se cumplen tres años de tu estrangulamiento continuo. Me asfixias.
Supongo que me volví masoquista, o simplemente me acostumbré a tus heladas manos alrededor de mi cuello, que de vez en cuando me acarician las mejillas y me hacen amarte y odiarte.
Sé que me elegiste a mí porque sabías que en algún momento iba a adorar sufrir tanto, que te iba a adorar a tí, en una especie de culto enfermizo y fanatismo religioso. Contando obsesiones, midiendo huesos.
Te dedico este texto, porque eres mi musa, mi dominatriz, mi yo oscuro.
No celebro que hayas estado a mi lado todo este tiempo, en absoluto.
No es lo correcto temerte tanto, tampoco subestimarte. No tengo las herramientas como para poder controlarte, simplemente.
La contradicción, la obesa y la esquelética. Eso es lo que soy.
No quiero otro 23 de marzo, ni celebrar un 16 de enero.
Déjame parar.
Dunkelheit
viernes, 22 de marzo de 2013
viernes, 25 de enero de 2013
Pinky Violence
Pinky Violence (o Violencia Rosa) es un subgénero cinematográfico
de acción de origen japonés. Este surgió a finales de los años 60 y
tuvo su mayor fuerza en los años 70. En estas películas hay unas normas y
unas características fundamentales, entre ellas: siempre están
protagonizadas por mujeres jóvenes, su trama tiene que ver con
guerrillas callejeras, asesinatos o cualquier otro tema en el que se
recurra a la violencia. En este tipo de películas destacan films como Blossoming Night Dreams o Stray cat Rock , entre otras muchas. Una de las musas mas representantes en este movimiento es Reiko Oshida protagonista de la gran Okatsu The Fugitive. Como anécdota mencionar que estas clases de películas tuvieron gan influencia en el cine de Quentin Tarantino, que homenajeó a la Pink Violence en Kill Bill Vol.1, calcando algunas escenas de estas películas y recurriendo a famosos actores de este género cinematográfico.
Bajo Cero
Está todo oscuro, íntegramente negro.
Entonces noto que mi piel brilla: luz emana de ella. Su textura es suave, pero fría y dura.
Es de muchos colores: azul, rojo, naranja, verde, amarillo, púrpura y muchos otros más.
Me doy cuenta de que mis venas están a la vista, pero no son azuladas ni violáceas, sino que son negras como la oscuridad que me rodea. Sobresalen. Intento tocarlas pero estoy inmóvil, petrificada.
Curiosamente, no tengo miedo. La luz de mi piel me inspira valentía y alegría. Siento que todo está bien. Pero me cuesta mantenerme de esa forma, cada vez me canso más.
Comienzo a sentir mis venas hervir y puedo ver como empiezan a salir borbotones azabaches de ellas. Se están derritiendo. Chorrean hasta mis pies para perderse con la negrura de la nada en la que me encuentro.
Al mismo tiempo, mi piel está astillándose como si fuera de vidrio.
Finalmente, mi piel estalla en millones de fragmentos.
No hay más luz y me sumerjo en la oscuridad y la angustia.
martes, 22 de enero de 2013
Cero Equis
Estoy teniendo la misma pesadilla. Hace tres días que no logro dormir de noche, únicamente logro hacerlo por la tarde, y aún así sigo teniendo sueños horrendos.
Siempre es lo mismo.
Me siento muy sola.
Siempre es lo mismo.
Me siento muy sola.
viernes, 18 de enero de 2013
The Budos Band
The Budos Band es una banda instrumental neoyorquina que tiene 10 (a veces más de 13) miembros y tocan música autodefinida como Afro-Soul, un término y sonido que, descripto por el saxofonista barítono Jared Tankel, proviene de música etíope que la banda escuchaba, sobre la cual ellos "salpicaron un poco de dulces 60s".
Tienen tres álbumes de estudio.
Blaxploitaition
Blaxploitation fue un movimiento cinematográfico que tuvo lugar en los Estados Unidos a principios de los años 1970 con la comunidad afroamericana como protagonista principal, y que consistió en un boom de cine negro con bandas sonoras de conocidos artistas de la época. La escena clásica del blaxploitation es la persecución de coches por la ciudad con música funk de fondo.
Este tipo de cine nació en medio del gran éxito del cine de explotación y tenía como audiencia potencial público de raza negra de entorno urbano, aunando las características generales de varios subgeneros exploitation, como el "sexploitation", el "stoner", el "Shock exploitation", etc.
Esta década dorada del cine afroamericano es el fruto de un crecimiento progresivo tanto del público como de los artistas negros en los Estados Unidos. Hasta los años 1950, las películas hechas por negros y para negros estaban relegadas a una especie de ghetto cinematográfico que recibió el nombre de race movies. Ya en los años 1950, la industria permite a algunos actores negros alguna pequeña incursión en sus filmes, casi siempre en papeles secundarios. Uno de los actores más célebres de esta época fue Sidney Poitier.
Una década más tarde, los movimientos sociales de los negros, capitaneados primero por los Black Power y a mediados de los 60 por los Black Panthers (Panteras Negras), fueron generando un hervidero cultural que se convertiría en el caldo de cultivo de blaxploitation. Algunos novelistas negros criticaron abiertamente los métodos violentos de estos grupos, parodiándolos e ironizando sobre ellos, de manera que por primera vez la cultura afroamericana se rebatía a sí misma.
En este contexto, en 1970 fue llevada al cine la novela Cottom Comes to Harlem, de Chester Himes, de la mano de Ossie Davis. Una historia ambientada en el Harlem, protagonizada por actores negros y con una banda sonora de funk-soul. Éste sería el embrión de la obra destinada a dar el pistoletazo de salida definitiva al género: Shaft (Gordon Parks, 1971). En ella, un apuesto y viril detective, interpretado por Richard Roundtree, recorría las calles del Harlem buscando a la hija de un conocido capo local, tarea para la cual, por otra parte, no renunciaba a emplear los métodos más expeditivos. En ésta se asentaban ya todas las características, que más tarde se convertirían en tópicos, del género. Pelos a lo afro, gafas inmensas y pantalones acampanados. Aun así, en ella todavía no aparecía quien terminaría siendo la musa absoluta del blaxpoitation, Pam Grier, la protagonista de Jackie Brown.
Cero Dos
El cielo estaba cubierto por nubes de distintas tonalidades grisáceas, aunque en el horizonte podía verse una fina línea de amarillo rojizo.
Los árboles sacudían sus copas violentamente, a causa del poderoso viento que auguraba tormenta,
Con la oscuridad que cubría la ciudad como un manto humeante, era difícil saber qué hora era; si se estaba cerca del mediodía o de la noche.
Con tan sombrío clima, los edificios se veían como amenazantes gigantes de cemento, todos con sus ventanas cerradas.
Quizás Meredith fue la primera en recibir a la tormenta. Ella se encontraba en la terraza de su edificio, el cual medía quince pisos. Alzó su rostro al cielo, dejando a la vista su blanco cuello, y cerró sus ojos zafiros. En ese momento, una lágrima cayó del cielo justo en el medio de su frente. Y comenzaron a caer cada vez más, hasta que fue claro el sollozo de las nubes.
El viento despeinó los cabellos color azabache de Meredith hacia atrás; ella suspiró y abrió los ojos. Se acercó al extremo de la terraza, posó sus manos en la cerca de hierro y miró hacia abajo. El suelo estaba alfombrado por un colchón de hierba verde mojada. Podía olerse el aroma a tierra húmeda.
Meredith estaba empapada, y sus manos casi resbalan cuando se sostuvo de la cerca para treparla y pasar al otro lado, donde todavía había un metro antes del borde de la edificación. Dio un paso hacia adelante y contempló el vacío, hermoso, infinito, eterno.
Pero fue entonces cuando se vieron y supieron sus nombres inmediatamente, aunque nunca se hubieran visto.
Él estaba a 300 metros de ella, también sobre la terraza de su edificio; también del otro lado de la cerca de hierro. Su nombre era Allan; su cabello era del color del roble y sus ojos eran verdes.
Ninguno de los dos sabe con certeza si fueron ellos o la lluvia quienes se hablaron.
Y aunque nunca se volvieron a ver, ellos saben que no están solos en el mundo.
Los árboles sacudían sus copas violentamente, a causa del poderoso viento que auguraba tormenta,
Con la oscuridad que cubría la ciudad como un manto humeante, era difícil saber qué hora era; si se estaba cerca del mediodía o de la noche.
Con tan sombrío clima, los edificios se veían como amenazantes gigantes de cemento, todos con sus ventanas cerradas.
Quizás Meredith fue la primera en recibir a la tormenta. Ella se encontraba en la terraza de su edificio, el cual medía quince pisos. Alzó su rostro al cielo, dejando a la vista su blanco cuello, y cerró sus ojos zafiros. En ese momento, una lágrima cayó del cielo justo en el medio de su frente. Y comenzaron a caer cada vez más, hasta que fue claro el sollozo de las nubes.
El viento despeinó los cabellos color azabache de Meredith hacia atrás; ella suspiró y abrió los ojos. Se acercó al extremo de la terraza, posó sus manos en la cerca de hierro y miró hacia abajo. El suelo estaba alfombrado por un colchón de hierba verde mojada. Podía olerse el aroma a tierra húmeda.
Meredith estaba empapada, y sus manos casi resbalan cuando se sostuvo de la cerca para treparla y pasar al otro lado, donde todavía había un metro antes del borde de la edificación. Dio un paso hacia adelante y contempló el vacío, hermoso, infinito, eterno.
Pero fue entonces cuando se vieron y supieron sus nombres inmediatamente, aunque nunca se hubieran visto.
Él estaba a 300 metros de ella, también sobre la terraza de su edificio; también del otro lado de la cerca de hierro. Su nombre era Allan; su cabello era del color del roble y sus ojos eran verdes.
Ninguno de los dos sabe con certeza si fueron ellos o la lluvia quienes se hablaron.
Y aunque nunca se volvieron a ver, ellos saben que no están solos en el mundo.
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